Cómo evitar lesiones graves al practicar deporte

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Muchas veces, cuando practicamos deporte nos producimos pequeñas lesiones que no parecen tener demasiada importancia en el momento, pero que si no son tratadas convenientemente pueden traer consecuencias negativas más tarde.

Es el caso de lesiones como luxaciones, esguinces, roturas fibrilares o tendinitis. En todos estos casos el resultado puede ser un principio una simple molestia que parece no tener mayores consecuencias. Creemos que podemos seguir adelante practicando nuestra actividad sin mayores complicaciones y que el dolor ya se irá solo. Pero muchas veces no es así, y lejos de desaparecer, el problema se recrudece al someter a la articulación afectada al mismo tipo de movimientos estresantes que en un primer momento produjeron la lesión.



Es solo en casos más graves y evidentes como una fractura cuando la mayoría solemos acudir a un traumatólogo, el profesional médico especializado en este tipo de problemas. Por eso es tan importante saber que, ante cualquier lesión o molestia mientras hacemos ejercicio o después de realizarlo, por pequeña que sea, es necesario acudir al médico para que determine la gravedad del asunto. La mejor opción es buscar un profesional especializado en tu zona, y con una sencilla búsqueda en internet puedes encontrarlo rápidamente.

Pero como siempre vale la pena prevenir antes que curar, aquí tienes unos sencillos consejos para evitar cualquier tipo de lesión en el futuro:

  • Un requisito indispensable es calentar antes de ponerte a practicar cualquier deporte. Los músculos son estructuras que se reciben un aporte extra de irrigación sanguínea cuando realizamos algún esfuerzo físico, pero si no queremos que se lesionen debemos prepararlos previamente, o un cambio brusco en la intensidad de movimientos y el esfuerzo a realizar provocarán que no estén todo lo flexibles que la actividad requiere. Por eso, realiza suaves ejercicios de calentamiento para activarlos y que la sangre acuda a ellos en la cantidad necesaria: sentadillas, movimientos circulares con las principales articulaciones de brazos y piernas o unos minutos de bicicleta serán suficientes.
  • Evita sobreesfuerzos. Nuestro cuerpo es capaz de muchas proezas, pero si queremos que no le pasen factura es primordial que se realicen de manera progresiva. Por eso cuando efectuamos algún esfuerzo físico que excede nuestras posibilidades actuales el sistema muscular y óseo se resiente. Por eso, asume esfuerzos que estén a tu nivel en estos momentos, y ve incrementando la intensidad gradualmente, a medida que tu cuerpo te pida más.
  • Descansa lo suficiente. Después de someternos a esfuerzos considerables debemos descansar, ya que estos esfuerzos producen desgaste en nuestro organismo. La recuperación que viene de después nos ayuda a progresar, pero para que sea efectiva debemos procurarnos un buen descanso, por lo que no tengas miedo de dejar un día o dos de descanso entre una dura sesión de entrenamiento y otra. Avanzarás más rápido y te lesionarás menos.
  • Realiza estiramientos después de los ejercicios. Así descargarás la tensión acumulado en músculos y articulaciones después de entrenar, evitando que los primeros se agarroten y puedan llegar a la siguiente sesión de ejercicio en plena forma.
  • Hazte un chequeo físico. Muchas veces no somos conscientes de que por nuestra propia constitución y maneras aprendidas, realizamos mal algunos movimientos, de modo que pueden llevarnos a sufrir lesiones a la larga. Por eso no está de más hacerse un chequeo médico y un estudio, por ejemplo, de nuestra pisada. Así descubriremos malos hábitos posturales y podremos ponerles solución antes de que nos lesionemos.

 

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