La pelota utilizada para la práctica del críquet es parecida a una de tennis, en lo que ha tamaño se refiere. Su contextura, sin embargo, es más dura y maciza. Está hecha de un núcleo de corcho, que se encuentra cubierto por varias capas de cuerda.
Por fuera, la pelota está unida por dos piezas semiesféricas de piel curtida, cosidas con una tira del mismo material. El resultado de esta costura es una “imperfección “, llamada “the seam”, en el argot del críquet.
Los lanzadores más audaces suelen aprovechar la pequeña falla; cuando la bola da un bote en el “seam”, se produce una ligera desviación en su trayectoria que confunde al bateador.
Debido a su material, conforme se va utilizando durante el partido, la pelota va perdiendo velocidad. Los jugadores intentan que se desgaste por un solo lado, cuidando de no golpear tanto el otro.
No obstante, es antirreglamentario que se use algún método artificial para evitar su desgaste. Una pelota de críquet se utiliza un mínimo de 80 overs en el transcurso de un partido.