Los baños termales proceden de aguas minerales depositadas en el suelo subterráneo. Son ideales para el tratamiento de enfermedades a través de inhalaciones, irrigaciones o calefacción.
La temperatura promedio de esta aguas es de 5ºC, superior a la obtenida en la superficie. Además de ser utilizadas de forma terapéutica, sus componentes minerales (calcio, hierro, azufre) y adicionalmente el barro nutren la piel, manteniéndola firme.
En la combinación de aguas calientes con baños fríos se obtiene una mejora en la circulación sanguínea. Las venas son fortalecidas y por lo tanto los problemas de varices disminuyen.
Según los especialistas los baños termales son recomendables para combatir dolores reumáticos (artritis), inflamaciones crónicas, rigidez articular, lumbalgias, dolores articulares o musculares; y enfermedades a la piel como el acné o soriasis.