La oxiterapia trabaja con seis reflectores de luz infrarroja de tipo A. Los reflectores son filtrados por agua y colocados en una red, sobre la cual está tumbado el paciente. Los efectos producidos por el calor, estarán determinados por el tiempo y la intensidad de la aplicación.
Desde un inicio, la temperatura provocará el sudor en el paciente, eliminando las toxinas acumuladas. Paralelamente a la imposición del calor, el paciente inhala oxígeno concentrado al 80 por ciento.
Durante el transcurso de la sesión, el paciente deberá encontrarse desnudo, tumbado sobre la red y tapado, solamente, con una manta reflectora para evitar la pérdida del calor. Una vez alcanzada la temperatura ideal, la sensación de calor suele ser bastante agradable y relajante.
Cuando la sesión ha llegado a su fin, es recomendable dejar reposar cinco minutos al paciente sobre la red, a fin de que recupere su temperatura inicial.
